No es fácil
aceptar que la presidenta Dina Boluarte gobierne hasta 2026, así haya tomado
distancia de sus antiguos socios políticos y amigos.
La democracia que
hemos recuperado todos es frágil. El fortalecimiento de esta no caerá del
cielo. Por eso, el momento actual exige que dejemos de lado las rencillas,
odios y diferencias, señala el columnista. - Fotos: Leandro Britto / @photo.gec
La democracia que
hemos recuperado todos es frágil. El fortalecimiento de esta no caerá del
cielo. Por eso, el momento actual exige que dejemos de lado las rencillas,
odios y diferencias, señala el columnista. - Fotos: Leandro Britto / @photo.gec
JOSÉ LUIS GIL
El martes 4 de
abril, el Congreso evitó que la presidenta Dina Boluarte enfrente su primer
proceso de destitución. Los 64 votos que se opusieron al trámite de la vacancia
le dieron un claro mensaje a los otros 37 que votaron a favor y a los 10 tibios
que se abstuvieron (izquierda y progresía), que estos son tiempos de
gobernabilidad, y que va en serio. Para la histeria de ellos, estamos ante la
más alta probabilidad que la mandataria se quede en el poder hasta 2026. Por
ahora, no funcionará la “gobernabilidad trucha” que trataron de imponernos
durante el nefasto gobierno de Pedro Castillo. No dudamos que planean nuevas etapas
de violencia o más “tomas de Lima”, pero, estamos seguros, no prosperarán. El
pueblo decidió: No a los totalitarismos.
No es fácil
aceptar que la presidenta Dina Boluarte gobierne hasta 2026, así haya tomado
distancia de sus antiguos socios políticos y amigos. Lo cierto es que, para
sorpresa de muchos, durante esta gestión se está recuperando la senda de la
economía, enderezando el rumbo de la inteligencia nacional, tratando de
rescatar la decencia institucional, limpiando al Estado de la gran cantidad de
incompetentes que se subieron al coche y desarticulando el “ejército paralelo”
que quisieron construir, así como atender las necesidades de la población. Aún
persisten los desaciertos, pero confiamos que la designación de funcionarios de
alto perfil profesional podría revertir el desastre del gobierno anterior.
Esta es una gran
oportunidad para una derecha aún adormecida que debe usar el tiempo que tiene
hoy, para organizarse, promover las reformas constitucionales que hagan falta
para mejorar el sistema electoral y otros temas pendientes. Sin embargo, todo
esto dependerá de quienes sostuvieron la democracia en el pasado, y también en
el presente: El Congreso, los medios y redes sociales, el equipo Especial de
policías y fiscales, y la ciudadanía. El Congreso debe hacerse una “limpia” y
desaforar (no sancionar) a cuanto delincuente vaya descubriendo; los medios y
redes contribuir con mejorar la comunicación a todo el país; fiscales y
policías continuar con las capturas que sean necesarias; y los ciudadanos, que
tenemos que estar vigilantes de la democracia y dispuestos a defenderla como
hace algunos meses.
La democracia que
hemos recuperado todos es frágil. El fortalecimiento de esta no caerá del
cielo. Por eso, el momento actual exige que dejemos de lado las rencillas,
odios y diferencias de quienes estamos del lado correcto de la historia. Que
nadie se sienta ganador, mesías, irremplazable, único u ‘outsider’, porque un
liderazgo solitario y sin unidad, no servirá de mucho. Necesitamos empujar a
los partidos políticos para que se concentren en la unidad para las siguientes
elecciones. ¡Por una verdadera gobernabilidad, vamos todos por la unidad! ¡Sí
se puede!
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